El recorrido de Horacio Pacheco, ahora en GEVP +35
Esta noche comenzarán a jugarse los segundos puntos de playoffs en el Maxibásquet +35. La jornada continuará mañana y quienes vuelvan a vencer, cerrarán sus series 2-0 y pasarán a las semifinales. Además en las divisionales B y C obtendrán el ascenso.
En el caso de la división A, una de las llaves la integran los conjuntos A y B de GEVP, donde el primer juego correspondió al primer equipo, uno de los candidatos a llegar a la final. En el otro, uno de los integrantes es el coordinador general de la actividad en Parque, Horacio Pacheco, con un extenso pasado como jugador de la Liga Nacional.
«Participo en el GEVP B, en un grupo formado hace varios años con jugadores que no tenían lugar en el otro equipo. Lo armamos y de a poquito comenzamos en la B y el año pasado ascendimos casi con el mismo grupo original. Al estar en la división más alta, la expectativa por hacer otro papel cambió y llegaron algunos jugadores que se acoplaron al grupo enseguida. Como todo torneo, se puso competitivo, empezamos entonces a hacer mejor las cosas y la verdad tuvimos un gran año porque de los ascendidos fuimos el mejor a pesar de tener, como sucede en todo conjunto de veteranos, muchos lesionados hasta poder armar otra vez el equipo. Jugar contra el otro GEVP tuvo el plus extra de enfrentar un grupo de amigos con los que nos reunimos todos los sábados a jugar y muchas de esas veces a comer, por lo que el priemer juego estuvo rodeado de camaradería y en mi caso, estar en cancha con jugadores a los que me tocó dirigir como Paco Festa, el Turco Chaher y Juampi Zilla. Más allá de la competitividad lógica, todo fue muy ameno».
El plantel que integra Horacio no se entrena de modo formal, los sábados se juntan quienes pueden a jugar un rato bajo las órdenes de Mariano Pazos, quien además de integrar la plantilla, tiene a su cargo la dirección técnica del equipo. «Es quien le pone el alma y cuerpo al equipo, estamos muy agradecidos a todo su esfuerzo para mantener al grupo unido», comenta.
Nacido en Paraná, a la vuelta del club Echague, hizo sus primeros pasos en el básquet allí, «mi primer club y el primer lugar donde hice amigos»; hizo todas sus inferiores hasta el momento de debutar en Primera cuando la entidad entrerriana daba sus primeros pasos en la incipiente Liga Nacional. Permaneció tres años, momento donde comenzó a transitar por distintos equipos de la Liga Nacional. En aquel Echagüe, jugaba un extranjero con increíbles capacidades defensivas y reboteras llamado Dennis Still. Se le pregunta a Pacheco lo que representaba dicho extranjero por esos años.
«De los norteamericanos que vi y hasta ahora veo, creo que fue el más potente y con mayor capacidad de salto en la posición de pivot; un jugador formado para ser rebotero, con muy poca ofensiva. Lo único que hacía era tomar al suyo y tomar rebotes, era tremendo su capacidad de salto y potencia cerca del canasto. Presencié muchos años de Liga y no encontré un centro tan potente, ha sido uno de los mejores extranjeros junto a Charles Parker, que técnicamente sin dudas ha sido de los mejores que pasaron por Argentina».
En aquellos primeros años, en la Liga jugaban las figuras previas a la Generación Dorada, y el elenco paranaense contaba con las suyas, incluida las del propio base.
«Generalmente a mi lado estaba Luis González o Ricardo De Cecco o Carlos Delfino y luego por recambio generacional Diego Muherli y Pablo Ortiz, junto a los americanos mencionados. La base la llevábamos Pipi Vesco y yo».
Un muy buen equipo, con nombres reconocidos también por sus descendientes: Delfino, padre del Lancha y De Cecco, progenitor del actual jugador de la Selección Argentina de Voley comandada por Julio Velasco. Años donde los partidos, ante la imposibilidad de la televisación masiva como hoy día, se jugaban con estadios llenos. Horacio refiere a ello:
«En Paraná jugué todos los cotejos a cancha llena. Después me tocó ir a Peñarol, con el Super Domo completo siempre, al igual que en Olimpia. Ahí, en Venado Tuerto, dos horas antes de empezar el partido, las puertas del estadio se cerraban porque no entraba más gente; fueron momentos muy lindos de la Liga que se fueron perdiendo por distintas circunstancias que acontecieron, por no haberla difundido correctamente cuando estaba en plena explosión».
La pregunta es si se está a tiempo de poder recuperar aquellos escenarios completos en sus tribunas.
«Si, se puede hacer y cambiar. Una sería evitar que hayan tantos equipos de una sola ciudad; en Capital podríamos tener un par de equipos que nos identifiquen plenamente como ciudad y que la gente se encolumne detrás de ellos. No digo hacer franquicias, pero potenciar lugares consolidados; en el interior hay espacios muy consolidados, como Santiago del Estero, Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia, donde esos equipos generan una mística. Debemos conseguir esa misma mística aquí en Capital Federal y que no hayan canchas vacías, lo cual lo veo como un gran drama para nuestro básquet. Tal vez el boom que hubo con Fero y San Lorenzo ayude a cambiar eso, tratar de seguirlo e instalar una difusión aún mayor de todo lo que esta actividad. Mejorar sus espectáculos, copiar lo bueno de otros deportes, incluso de la NBA, lograr que la gente no vaya solo a mirar un partido de básquet. Y conseguir que dicha gente se sienta cómoda en los estadios, brindando servicios en ciertas etapas del año para que no sea tortuoso ir a la cancha».
Se le recuerda su primera etapa en el conjunto milrayitas, cuando la prensa local lo fustigaba por su escaso aporte goleador, cuando era una de sus virtudes. Risas y explicación del base.
«A veces la memoria no me deja recordar la serie de partidos, pero creo fue en los primeros encuentros, donde pasé de ser el base que tomaba algunas determinaciones a serlo de un conjunto con mucha experiencia y jugadores de selección argentina, sumado a dos extranjeros de gran nivel; todos te pedían la pelota y resultaba complicado mirar el aro; entonces trataba de ordenar y pasarla a los costados y que tiraran los otros. Por momentos me quedaban dos tiros por cotejo y si entraba uno era feliz; era difícil acostumbrarse a ese sistema de juego. A mitad de temporada hubo cambio en ciertos jugadores y tuve otro protagonismo que llevó a tener una muy buena segunda parte, donde llegamos a cuartos de final contra el Estudiantes de Bahía Blanca, con Marcelo Richotti. Una serie tremenda en Bahía Blanca que culminó una temporada al principio muy dura, porque debía llevar la pelota y en un costado tenía al Negro Carlos Romano, por el otro a Fabián Tourn, al Gurí Perazzo y Javier Maretto. Era complicado ordenar ese equipo», dice entre sonrisas recordando esa etapa por Mar del Plata.
Para remarcar la categoría de ese equipo, trae la anécdota de un extranjero que se fue a los cinco partidos, con un promedio de 23 puntos, a quien cortaron para traer a otro más defensor porque pocos lo hacían. El norteamericano, retornado a su país, a las dos semanas firmó para Milwaukee Bucks.
Luego de Echagüe, Peñarol, Luz y Fuerza de Misiones, Olimpia, retorno a su club de nacimiento, San Miguel, Central Entrerriano, Tucumán BB, Sportivo Pilar, River Plate y Gevp, donde jugó sus últimos años. En ese fructífero recorrido, la consulta es acerca de cuál cree fue su mejor partido.
«Creo que fue un playoff entre Olimpia y Peñarol en Mar del Plata; quedamos match point en contra y fuimos allá donde todos nos daban por muertos y logramos darlo vuelta; no recuerdo la cantidad pero nunca metí tantos puntos como en ese partido con 7 de 7 en tiros de tres. Fue uno de los grandes partidos que tuve; pudieron haber otros, pero lo recuerdo porque no iba a jugar muchos minutos, pero una lesión de Gabriel Darras me permitió estar más tiempo y cumplí lo que me pidió el entrenador Julio Lamas. Pudimos quedar eliminados, pero logramos empatarlo, llevar la serie a nuestra casa y darla vuelta. Nunca fui un jugador de grandes partidos, sino ser regular, aportar en defensa y ordenar desde la base. Digamos que fui un jugador solidario», asegura entre risas.
Para el final, como integrante de los +35 de GEVP, ve en las modificaciones del certamen cosas positivas, y otras a las cuales podrían modificarse, tal el caso de las reclasificaciones a un solo partido y que las listas de buena fe no sean tan extensas y otros asuntos de competitivad. «El maxibásquet no debe pasar exclusivamente por la competencia, sino permitirnos a nosotros los ex jugadores mantenernos en movimiento, jugar a lo que nos gusta y compartir cosas dentro y fuera de la cancha».
Horacio Pacheco, otra de las grandes figuras que presenta el campeonato +35 cada semana en las canchas de FeBAMBA.